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“La democracia está fuerte, vital y madura” (dom)

Si el proceso de recuperación democrática que en diciembre cumple 40 años pudiera encarnarse en un ser humano tendría la edad justa para disfrutar de la pujanza de la juventud y asumir nuevos desafíos, pero también la madurez imprescindible para afrontar eventuales errores y tratar de enmendarlos.

Cuando el país logró emerger de la oscura noche de la dictadura, el ahora politólogo, consultor y docente universitario Ignacio Tomás Liendo, era un niño de 10 años que desandaba lo mejor de la infancia custodiado por el afecto de dos abuelos; uno peronista y el otro radical, a cuya cercanía atribuye en parte la elección de su carrera.

Convencido de que “el sistema democrático está fuerte, vital y maduro”, advierte, sin embargo, que tiene muchas tareas pendientes. Pero para empezar por el principio, sostiene que “cuando se ponen en perspectiva los últimos cuarenta años, más allá de los indicadores económicos y sociales negativos, hay una gran madurez”.

Y da precisiones: “Uno ve un sistema más o menos estable, que ha generado reglas de juego que alguien podrá calificar de precarias, incompletas o inconclusas, pero que en última instancia son un plafón que le ha permitido a la sociedad desenvolverse dejando atrás la violencia política, antiguos enfrentamientos y resolver los conflictos de manera institucional”.

Liendo, que es docente en la Universidad Nacional de La Rioja e investigador del Centro de Estudios Avanzados de la UNC, acepta que estos cuarenta años que han transcurrido desde la asunción de Raúl Alfonsín tienen un tono más grisáceo en comparación con la estridencia de los 70, “una auténtica obsesión para una parte de la sociedad”.

Personalmente tiene de esa etapa institucional sólo referencias bibliográficas, porque él mismo apunta que su llegada al mundo se produjo un día antes del retorno de Juan Domingo Perón, pero en la comparación de los dos períodos, no tiene dudas.

De las botas a los votos

“Los años transcurridos desde 1983 para acá fueron más grises, pero de más estabilidad sistémica y ofrecieron mayores posibilidades para que la sociedad se desenvolviera resolviendo sus conflictos de otra manera”, apunta.

Respecto al compromiso formal que hizo posible esta etapa, el politólogo destaca la vigencia por estos días de la película de moda, “Argentina,1985”, que recupera la idea del “Nunca más”, extraída del alegato del fiscal Julio César Strassera. “Nunca más a la violencia, a las desapariciones y a la ignominia que se vivió en esos años en nombre de la ideología y la política”, añade.

Liendo considera que así como es cierto que el sistema ha dado muestras de fortaleza, también lo es que hay muchas cosas en el debe. E intenta analizar las diferencias. “A principios de la década del 70 había en Argentina unos 25 millones de habitantes, hoy suman casi 50, se duplicó la población”.

“En aquellos años –continúa- el país tenía una matriz industrial importante; se autoabastecía en una gran cantidad de ítems, había pleno empleo y era elevado el porcentaje de las exportaciones industriales. Se advertía una sociedad integrada y una alianza fuerte entre el capital y el trabajo”.

El investigador afirma que “la dictadura rompe con el modelo de sustitución de importaciones, liberaliza la economía y desde ese momento la sociedad, el mercado y el estado se transnacionaliza y se produce un proceso de extranjerización en varios aspectos que es lo que, en última instancia, explica los niveles de pobreza, indigencia y el desarrollo relativo desigual que hay en Argentina”.

Avances y desafíos

Pese a semejante cuadro de situación, “si uno compara el país con otros de América Latina, el nuestro es un país integrado desde el punto de vista social, lo que se debe a muchos factores que tienen que ver con la historia profunda, con la educación pública, el servicio militar obligatorio, con el espíritu de nuestra constitución y también con estos cuarenta años de democracia ininterrumpida”.

“A pesar de los desvaríos económicos cíclicos que hemos vivido y a pesar de la fractura social que hay y que no existía hace 50 años, la vida en Argentina sigue siendo bastante armónica e integrada”, puntualiza Liendo.

Acepta que esta afirmación puede resultar controvertida, no obstante, lo cual, cree firmemente que hay diferencias a favor de Argentina si uno examina la situación del continente. “Si no, habría que preguntarle a los venezolanos, peruanos, paraguayos, uruguayos y chilenos que siguen emigrando hacia la Argentina”.

Y la respuesta, a su juicio, está en “las oportunidades económicas y los servicios públicos, como la salud y la educación, que son aquí infinitamente mejores que en otros países vecinos e incluso superiores a los del primer mundo. Un ejemplo es el polo sanitario de Córdoba”.

Nacer en democracia

Respecto a lo que perciben las generaciones que tienen la fortuna de haber vivido siempre en democracia, el consultor y docente universitario admite que tal vez no sean capaces de valorar en su justa dimensión lo que eso significa.

“Uno valora lo que tiene en el espejo de lo que no tuvo o en la carencia de lo que vivió. Eso es lógico. Tal vez sea porque no hizo falta, pero las generaciones mayores quizá debieran poner más énfasis en estas cuestiones mínimas “.

Foto: gentileza.

Leyes ordenadoras

Liendo cree que hay leyes que han marcado a fuego las distintas décadas desde la recuperación democrática.

Menciona el Punto Final y la Obediencia Debida del alfonsinismo y las cuestiones irresueltas que dejaron; las leyes de reforma del Estado del menemismo, la Convertibilidad y una década después la finalización de ese proceso y la derogación del Servicio Militar Obligatorio o las leyes de ampliación de derechos de la etapa kirchnerista, empezando por la Asignación Universal por Hijo.

Acerca de la situación institucional a la que arribamos al cabo de 40 años de vigencia ininterrumpida de la democracia, señala que “el sistema está fuerte, vital y maduro”, aunque la gente ve que hay una fuerte concentración del poder, la toma de decisiones y la configuración de la opinión pública”.

No obstante, está seguro de que, “nuestro desafío es cómo dotar de mayor contenido democrático a una serie de configuraciones sociales que se han modificado si las comparamos con las del 83; pero el antídoto es la democracia misma. El sistema está parado sobre la base de una sociedad que tiene un tremendo vigor. El desafío es resolver esa tensión”.


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