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Niños fueron trasladados a la comisaria de Colonia Caroya.

POR: LEONELA TIRABOSQUE:

CRÓNICA: Cinco niños fueron trasladados a la Comisaría de Colonia Caroya por romper una de las garitas de Avda. San Martín.

No me nombren menor, soy un niño. No me nombren vándalo. Tengo derechos.
No me nombres menor,no me estigmatices ni me quites valor. Soy un niño.

Solemos ver en los textos y noticias la denominación de menores, para referirnos a todas aquellas personas que aún no cumplen 18 años, esto porque legalmente a esta edad, en nuestro país se tiene la edad suficiente para ser considerado adulto, poder casarse, manejar y trabajar sin autorización y votar libremente.
El lenguaje no es neutral sino que construye realidades, relaciones de poder y en el caso de los niños, al identificarlos como “menores” se les atribuye la condición de transgresores de derechos.
El término “menores” se utiliza en los ámbitos judiciales para referirse a las niñas, niños y adolescentes desconociendo o negando la recomendación claramente expresada en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Recomendación ignorada en los medios gráficos de distribución nacional y en los medios audiovisuales de alcance también nacional que en general no se caracterizan por respetar a los niños cuando se abordan temas que los incluyen como protagonistas.

-Imagen de la infancia en los medios desde un enfoque de derechos-

Los medios masivos no presentan una imagen única de niños, niñas y adolescentes. Se puede hablar, más bien, de imágenes que se pueden clasificar en categorías según sugiere una investigación realizada por UNICEF, en el año 2005:
-El niño/a víctima
A partir de determinadas características, cualidades, juicios emitidos desde los medios y temas abordados, una de las imágenes predominantes en el periodismo respecto a este sector es la del niño o niña víctima. Ello está dado, por una parte, por la prioridad que se le ha otorgado en el tiempo de monitoreo a los temas relacionados al maltrato en todas sus formas, a la situación socio-económica de pobreza (lo que lleva a situaciones límite en educación y salud) y al deceso de niños, niñas y adolescentes (que -independientemente incluso de las causas- es un aspecto siempre condenado). Así como en relación a los/as adolescentes en conflicto con la ley penal, cuando las autoridades pertinentes han abusado de su poder y han incurrido en graves situaciones que atentan contra los derechos de la infancia y adolescencia.
En relación a esta imagen, los juicios de valor asociados censuran a los responsables: familiares, sociedad civil, gobierno y Estado.
– El niño/a infractor
Alude fundamentalmente a los niños en conflicto con la ley penal. Esta imagen muestra a la infancia y adolescencia en estrecha relación con la situación de inseguridad ciudadana. La mayor cantidad de adjetivaciones y gran parte de los juicios negativos se vincularon con esta representación de niñez. Cumbre de las Américas de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Santiago de Chile el 18 y 19 de abril de 1998.
Tomado de “Imagen de la Infancia en los Medios Masivos de Comunicación de Paraguay” UNICEF/Paraguay Junio 2005. Págs: 43-45
A diferencia de la imagen anterior, cuando se habla de niños en conflicto con la ley penal no se hace alusión a las causas, al contexto. La mayoría de estas situaciones tienen una vinculación con la exclusión social y con la pobreza. Tampoco se interpela al Estado o a la sociedad en la búsqueda de respuestas y/o vías de solución recayendo, indirectamente o tácitamente, la responsabilidad única en los niños, niñas y adolescentes.
En esta categorización no se inscriben solo quienes están en situación irregular respecto a la ley, sino también aquellos adolescentes que protagonizan hechos vinculados a situaciones de agresión u otras que no llegan a ser delitos.
Es en este ámbito en el que ciertos medios (prensa escrita fundamentalmente) han sido más duros en el uso de calificaciones peyorativas.
Cabe mencionar, que en reiterados casos se da una estrecha vinculación entre los “menores” que protagonizan estas noticias y la pobreza. Como ya se dijo anteriormente, algunos estudiosos denominan esta tendencia como “criminalización de la pobreza”.
-El niño/a protagonista
Esta es una imagen interesante desde la perspectiva de este estudio pues puede reflejar la existencia de una concepción de infancia y adolescencia acorde con el reconocimiento del niño y la niña como ciudadanos y sujetos de derechos al mostrar el grado de protagonismo de este sector en la sociedad. Este protagonismo, desde los datos analizados, se vincula fundamentalmente a la participación de la infancia en distintos ámbitos, organizaciones y movilizaciones. Han sobresalido las actividades de organizaciones de niños, niñas y adolescentes e informaciones sobre las individualidades que se destacan en distintos campos, como deportes (con absoluta preeminencia) y arte.
Los medios han valorado positivamente la participación juvenil en proyectos educativos, realizados principalmente en el marco de actividades escolares.
No obstante dentro de esta imagen de protagonismo, aún no se visualiza una representación de niñez y adolescencia como ciudadanos protagonistas de su propio destino, con posibilidad de incidir en aquellos temas que les afectan y preocupan.
El protagonismo es aún limitado y muy vinculado a las iniciativas de los adultos.
En este sentido, es probable que los medios reflejen la realidad de la sociedad en la que intervienen, ya que aún son escasas las iniciativas y oportunidades de organización y movilización
lideradas por adolescentes.
Una ruptura interesante se ha dado en el caso de la televisión, en la que la primera fuente de información (cuando hay una fuente distinta a la del/a periodista) han sido los propios niños y niñas.
-El niño/a objeto
La palabra objeto se ha utilizado para denominar una imagen de niña y niño que aparece también en los medios y que es aquella de una persona “sin protagonismo”, que aparece “en función de” y no como sujeto, ni como protagonista, tampoco como víctima, ni como victimario/a.
Es la infancia sin voz, de la que se habla porque se la vincula a un tema (educación, salud) pero como si no existiera en tanto sujeto, en tanto personas que sienten y piensan.
Por el contrario, son “objetos de” políticas, estudios, investigaciones, estadísticas; son números o colectivos sin especificidad, que no opinan, que no hablan, que no se dicen a sí mismos/as.
Es la imagen más vinculada con la indiferencia y con la insensibilidad que puede provocar la forma en cómo se los representa.
Decir menores para referirse a los niños, niñas y adolescentes no es correcto, no desde que se ratifica en nuestro país la CIDN que pone a éstos en una condición de sujetos de derecho, donde el término menores en entendido desde lo peyorativo del idioma.
Será que como comunicadores, debemos entender también que el lenguaje que utilizamos crea realidades, y a veces los niños, niñas y adolescentes, no tienen la oportunidad de expresarse.
Además, una fuente muy recurrente de los medios de comunicación a la hora de hacer coberturas sobre noticias relacionadas a la niñez, es la policía.
Eso nos da la pauta de que la policía, al ser fuente principal de los medios, tiene una alta responsabilidad a tiempo de informar o proporcionar datos, por eso hay que trabajar directamente con ellos, para que adopten terminología y abordaje adecuados, ya que los medios muchas veces replican fielmente la información proporcionada por la fuente.
Quizás poder hacer un análisis reflexivo nos llevaría a recuperar herramientas comunicacionales más justas y más habitadas en los derechos que los niños, niñas y adolescentes se merecen y necesitan.

CRÓNICA 15 DE JULIO 2019. Jesús María.
En referencia a la garita apedreada por cinco niños.
Agradecimientos: Romina Marchetti. Ilustración de la crónica.


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